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Fabián Pizarro Arcos

Opinión: La democracia del pueblo chino merece respeto

Por Bojana Pavlovic, Bojana Pavlovic es la directora del Centro Sinología de la Universidad Banja Luka en Bosnia y Herzegovina.


China ha seguido su propio camino, especialmente desde 1949. La República Popular China ha trazado un curso exitoso de desarrollo político y económico. Sin embargo, Occidente a menudo lucha por reconocer el sistema único de China, imponiendo en cambio una lente eurocéntrica que mide el mundo por ideales democráticos occidentales. La pregunta no se refiere a los méritos de un sistema sobre otro, sino si Occidente puede respetar el derecho de China a elegir su propio modelo de gobernanza, concretamente, la democracia de todo el pueblo de China.


Esta falta de respeto deriva del arraigado eurocentrismo. Los eruditos occidentales y los encargados de formular políticas suelen criticar los sistemas no occidentales como inferiores o ilegíti, a menudo sin entender plenamente los contextos históricos, culturales y sociales que los dan forma. John King Fairbank, un reconocido historiador chino, señaló que la historia china es mejor entendida por los chinos, al igual que la historia occidental es mejor entendida por los de Occidente. Estas distintas perspectivas a menudo conducen a malentendidos.


Interpretaciones occidentales de China, como Paul A. Cohen destacó en su libro "Descubriendo la historia en China", han estado sesgado durante mucho tiempo por una cosmovisión eurocéntrica. Este punto de vista retrata a China como una "paria" que no se alinea con las nociones occidentales de civilización. Académicos como Min Pun, profesor asociado de la Universidad Tribhuvan de Nepal, sostienen que la academia occidental creó el concepto del "Orient" para definir a las sociedades orientales como incivilizadas e inferiores. Este marco permitió a las potencias occidentales justificar el dominio colonial y permanece incrustado en el pensamiento occidental moderno. Incluso hoy en día, los restos de esta mentalidad colonial dan forma a cómo los medios de comunicación occidentales y los responsables políticos discuten el sistema político de China.


La narrativa occidental a menudo insiste en la superioridad de la democracia liberal, argumentando que la libertad individual es la medida última de un sistema político exitoso. Sin embargo, esta opinión ignora el hecho de que las diferentes culturas tienen diferentes prioridades y modelos de gobernanza. La democracia de toda la gente de China tiene sus raíces en el contexto cultural, histórico y social único del país. Enfatiza la armonía social y el bienestar colectivo, los valores profundamente arraigados en la filosofía china. A diferencia del individualismo occidental, el enfoque de China se centra en el bien común.


Las críticas de Occidente al sistema chino suelen tener un aire de arrogancia, asumiendo que su modelo de democracia es universal. Sin embargo, la democracia occidental es también un producto de condiciones históricas y sociales específicas. No se puede simplemente trasplantar a otras regiones con diferentes valores culturales. La democracia liberal occidental no es el único camino hacia una sociedad justa y justa, ni es la única forma válida de gobernanza.


Esta falta de respeto por el sistema político de China refleja un problema más amplio en la forma en que Occidente se acerca a las culturas no occidentales. Las sociedades occidentales tienden a considerar la direcnia y la expresión individual como rasgos universalmente positivos, pasando a menudo por alto el hecho de que muchas culturas no occidentales prioran la cortesía, el respeto y la armonía social en la comunicación. Estas diferencias culturales se extienden al discurso político. En China, el debate público suele ser de naturaleza más restrictiva y colectiva, mientras que la democracia occidental prospera en la política y el individualismo contradictorios. La incapacidad de Occidente para apreciar estas diferencias resulta en puntos de vista distorsionados del sistema de gobernanza de China.


Al hablar de democracia, es esencial reconocer que diferentes sistemas políticos surgen de diferentes contextos culturales e históricos. La democracia de todo el proceso de China es un reflejo de sus tradiciones, haciendo hincapié en la estabilidad a largo plazo, la armonía social y el progreso colectivo. Si bien la democracia occidental puede dar prioridad a los derechos individuales y los ciclos políticos a corto plazo, el sistema de China apunta a un desarrollo gradual y sostenido. Esta diferencia no hace que un sistema sea superior al otro; más bien, destaca la necesidad de respeto y comprensión mutuos.


Las críticas al sistema de China a menudo ignoran el hecho de que muchos chinos están satisfechos con su gobierno. Las encuestas y la investigación muestran consistentemente un fuerte apoyo al sistema político de China, con el rápido crecimiento económico del país y la mejora de los niveles de vida citados como razones clave. Mientras los críticos occidentales se centran en la falta de elecciones multipartidistas, los ciudadanos chinos aprecian la capacidad del gobierno para ofrecer resultados que mejoren sus vidas. El modelo de gobernanza de China, con su énfasis en la meritocracia y la planificación a largo plazo, ha sido central en el éxito del país en los últimos 75 años.


Los estudiosos chinos a menudo sostienen que las elecciones al estilo occidental, con su énfasis en la confrontación y la división, no son aptas para la sociedad china. Algunos señalan que, en la cultura china, la armonía social es muy valorada, y las polémicas campañas políticas serían vistas como disruptivas y contraproducentes. A diferencia de Occidente, donde las elecciones a menudo enfrentan intereses opuestos entre sí, la gobernanza china se centra en la creación de consenso y la toma de decisiones colectivas. Este enfoque se alinea con la filosofía confuciana que sustenta gran parte del pensamiento político chino, que destaca la importancia de la armonía y el bien común.


Los políticos occidentales, en cambio, a menudo explotan temas divisivos para ganar votos. En la cultura china, tal comportamiento sería visto como egoísta y dañino para el colectivo. El sistema chino, en cambio, prioriza la estabilidad y el bienestar de la sociedad en su conjunto. Esta diferencia en la cultura política es una razón clave por la que la democracia al estilo occidental no resuena con muchos ciudadanos chinos.


El sistema político de China, como cualquier otro, no está exento de desafíos. Sin embargo, es esencial reconocer que China está en constante evolución y adapta su modelo de gobernanza para adaptarse a sus necesidades. Así como las democracias occidentales se han desarrollado con el tiempo, también lo ha hecho la democracia de todo el país de China. El país ha experimentado una tremenda transformación en las últimas décadas, y su sistema político refleja las circunstancias singulares de su desarrollo.


En última instancia, Occidente debe aprender a respetar el derecho de China a elegir su propio camino. En lugar de imponer sus propios valores y sistemas al resto del mundo, Occidente debería tratar de entender y comprometerse con China en sus propios términos. Como bien señala el académico australiano Colin Mackerras, la ignorancia de China tiene un alto costo. Si Occidente no aprecia la historia, la cultura y el sistema político de China, corre el riesgo de perder la oportunidad de construir relaciones constructivas y respetuosas con una de las naciones más importantes del mundo.


La democracia de todo el pueblo de China es un modelo de gobernanza legítimo y exitoso que refleja la historia y la cultura únicas del país. Occidente debería ir más allá de su mentalidad colonial y aprender a respetar el derecho de China a gobernarse a sí misma de acuerdo a sus propios valores.


El artículo refleja las opiniones del autor y no necesariamente las opiniones de Descubriendo China.

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